La operación de una empresa depende del talento seleccionado. Éste es el activo estratégico más importante tanto para la organización como para sus procesos en sí. Por esta razón, es vital definir los roles y funciones por área, departamentos o gerencias para cumplir las metas y objetivos.
Asimismo, es preciso revisar y evaluar el alcance de todos los procesos y sus actores desde el inicio hasta el final. De esta manera, podremos identificar las tareas que están siendo desarrolladas pero que se alejan de las funciones, procesos y objetivos para los que fueron creadas. Al identificarlas y segregarlas evitamos desenfocarnos de las funciones relevantes y la sobrecarga de trabajo, sin dejar de lado la continuidad del negocio.
Durante estos meses de pandemia, la mayoría de las empresas han tenido que adecuarse a las nuevas medidas, suspensión de contratos, y la redistribución de funciones entre el personal que ha quedado activo. Sin embargo, esta reestructuración probablemente no ha sido desarrollada de una manera uniforme o sistemática. Generando un aumento considerable de la carga laboral.
Los líderes deben planificar estrategias que definan las funciones claves que generen valor y mantengan la operatividad del negocio. Esta reasignación de funciones debe ir acompañada del diseño de los planes de trabajo y el aumento de los niveles de calidad de servicio de los colaboradores, manteniéndolos motivados y satisfechos. Es por esto que el enfoque es primordial y las prioridades deben ser evaluadas. Todos aquellos procesos que no están directamente vinculados con la generación de ingresos, tales como tareas rutinarias y operativas pueden ser tercerizadas.
De esta manera, las cargas de trabajo se alinearan, gracias a la tercerización o externalización de tareas rutinarias y operativas, para que el personal de primera línea se enfoque en las funciones que generen valor.
Luis A. Quinzada
Gerente General, Outsourcing