En un entorno cada vez más demandante, el agotamiento emocional y el estrés crónico se han convertido en una amenaza silenciosa para el rendimiento de los equipos. El burnout no distingue jerarquías ni industrias y sus consecuencias—desde ausentismo hasta rotación no planificada—impactan directamente en los resultados del negocio.
Como consultores de talento, observamos que las organizaciones que abordan este fenómeno desde una perspectiva estratégica—y no reactiva—logran fortalecer su cultura interna y su propuesta de valor al colaborador. ¿Por dónde empezar? Por rediseñar cargas de trabajo, fomentar pausas activas, revisar políticas de conexión fuera de horario y capacitar a líderes para detectar signos tempranos de desgaste.
El burnout no se resuelve con charlas motivacionales. Se enfrenta con decisiones estructurales que prioricen la salud mental como eje del talento sostenible.